La sucralosa es un edulcorante artificial ampliamente utilizado en la industria alimentaria. Es entre 400 y 600 veces más dulce que el azúcar, por lo que se necesita una cantidad mínima para lograr el mismo nivel de dulzor. Una de las principales ventajas de la sucralosa es que no aporta calorías, lo que la convierte en una opción popular para quienes desean reducir su consumo de azúcar y/o optimizar el etiquetado en tus productos o buscando eliminar el sello de «Exceso de azúcares» en productos alimenticios.
La sucralosa es estable a altas temperaturas, lo que la hace adecuada para su uso en productos horneados. Además, no fermenta en el cuerpo y no afecta los niveles de azúcar en la sangre, por lo que es segura para personas con diabetes.
A diferencia de otros edulcorantes artificiales, la sucralosa no deja un regusto amargo en la boca. Esto la convierte en una opción agradable y en uno de los favoritos para endulzar bebidas, yogures, postres y otros alimentos.
En cuanto a su seguridad, debido a que su consumo no ha presentado reacciones adversas en cantidades normales, la sucralosa ha sido aprobada por varias agencias reguladoras, como la FDA, como un edulcorante seguro para su consumo humano.